jueves, 15 de enero de 2009

El Teletrabajo

Familia
El rompecabezas de la doble jornada
Ocuparse de los hijos, cumplir con la jornada laboral y atender el hogar es una tarea complicada para las familias españolas. Los expertos dicen que la conciliación no es un concepto únicamente femenino y que los primeros que deben dar ejemplo son los directivos de las empresas.

Hace un buen rato que los muñecos de la tele mandaron a la cama a los más pequeños de la casa. Pero en muchos hogares españoles aún falta alguien por llegar a casa. Muchos padres ven a sus hijos cuando ya están dormidos. Se han perdido sus batallitas de lo que les pasó en el colegio; no han controlado lo que han visto en la caja tonta ni han hecho con ellos los deberes. Quienes no pueden permitirse pagar una asistenta y tienen la suerte de contar con sus padres cerca, se ven sustituídos por unos abuelos que ejercen de niñeros. De unos años a esta parte muchas abuelas se obligan a sí mismas a tener la responsabilidad de un niño a cargo. Los especialistas han acuñado un nuevo término para referirse a estas mujeres, el síndrome de las “abuelas esclavas”. Son abuelas que, debido a la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral, el ritmo de vida de muchas familias y la temida hipoteca que tienen que afrontar las parejas jóvenes, están cuidando cuando que ni física ni psíquicamente están preparadas para hacerlo.
Y puestos a acuñar nuevos términos, también suena mucho últimamente el de los “niños llavero”, esos críos a los que nadie acompaña al cole, que llegan a casa solos y gastan el tiempo a su gusto. Ahí están los datos. Según un estudio de la Fundación SM, 350.000 niños de 6 a 14 años pasan las tardes de los días laborables solos en casa. Unos 70.000 de esos chavales cenan sin que hayan llegado sus padres y casi un millón de niños consideran que sus padres pasan poco tiempo con ellos.
Luego están los centros educativos que abren cuando aún no ha salido el sol y cuyos horarios se prolongan más allá del atardecer; y los niños saturados con múltiples clases extraescolares… Todo ello está ideado, dicen, para conciliar las exigentes jornadas laborales, pero en realidad son medidas de sustitución a la familia.
Patricia Valle es madre de tres hijos y trabaja en una multinacional, para la que viaja dos o tres veces al mes y se ve obligada a pasar varias noches fuera de casa de vez en cuando. Suele levantarse a las siete de la mañana, para preparar el desayuno a sus tres pequeños y acompañarlos al autobús. Luego, vuelve un rato a casa, donde está su “despacho” o aprovecha para reunirse con algún cliente antes de recoger a sus hijos. La tarde discurre entre los deberes, los juegos y un poco de práctica de piano.
Patricia tiene la suerte de teletrabajar, pues su empresa la permite hacer desde casa muchas gestiones, sin necesidad de tener un horario cerrado. Así, cuando no tiene un viaje, puede cuidar de sus niños. Cuando viaja, los abuelos o una mujer la suplen.
Confiesa que “si además de tener que viajar, tuviese que ir a una oficina con horarios extensos, sin duda o no habría tenido tres hijos, o no estaría trabajando en una multinacional”. “Para poder conciliar es importante estar muy bien organizado y cumplir los horarios. La coordinación de la pareja es algo clave para poder llevar bien la rutina y no generar estrés ni tensiones. En el trabajo pienso que uno de los dos siempre tiene que intentar prescindir de horarios extensos y sacrificados como rutina diaria”, reconoce Patricia.
Justifica que sean las féminas quienes se ocupen más de las labores domésticas: “Las mujeres, en general, nos implicamos más en todo lo relacionado con los niños y somos la parte que soporta el mayor peso tanto físico como psicológico. Los padres, sobre todo hoy en día, colaboran muchísimo. La verdad que gracias a mi marido puedo conservar el puesto que tengo. Pero es cierto que, el ‘disco duro’ en todo lo relacionado con los niños –profesores, deberes, actividades, revisiones pediátricas– las solemos llevar nosotras en una mayor parte. No es por ser machista, pero creo que las mamás tenemos mas pronunciado ese ‘sexto sentido’”.
Sin embargo cree que es “muy agotador” combinar trabajo y familia. Pero merece la pena: “Al final me siento realizada porque desempeño un trabajo que me gusta desde hace más de 13 años y porque tengo un marido y tres hijos adorables”.

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